Hades, el señor del Inframundo

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En la mitología griega, Hades es el guardián de los infiernos, el señor del reino bajo tierra, el rey de los muertos. Es, en consecuencia, una de las divinidades más poderosas de todo el panteón clásico, cediendo sólo poder ante su hermano Zeus. Debido a su papel de señor de los muertos, Hades rara vez abandona los infiernos para visitar la tierra, por lo que pocas veces se mezcla en los asuntos de los mortales. Sólo en las contadas ocasiones en las que algunos héroes (Odiseo, Orfeo, Eneas), tomaron la decisión de descender al reino de los muertos en sus viajes, encontramos a Hades involucrado en las grandes sagas de la mitología griega.

NACIMIENTO E INFANCIA

Hades es hijo de Crono y Rea. Crono, temeroso de correr la suerte que él mismo había dispensado a su propio progenitor, tomó la decisión de ir devorando a todos sus hijos a medida que éstos iban naciendo, de modo que ninguno de ellos pudiera desafiarle y arrebatarle el poder una vez llegado a la edad adulta. De este modo, el pequeño Hades fue engullido por el poderoso Cronos. Sin embargo, Zeus, otro de los hijos de Crono y Rea, consiguió sobrevivir gracias a un engaño de su madre, Rea, y al llegar a la edad adulta, desafió y derrotó a su padre, liberando a todos sus hermanos de las entrañas de Crono. De este modo, Hades quedó libre y se unió a su hermano Zeus en su lucha contra los titanes para hacerse con el control del mundo, la guerra conocida como la Titanomaquia. El dios Hades poseía un arma única, forjada por los cíclopes en las fraguas de las entrañas de la tierra: un casco de invisibilidad. Oculto gracias a los poderes de este artefacto, logró infligir grandes daños a sus enemigos.
Tras la victoria de Zeus, éste decidió repartir el universo con dos de sus hermanos. Eligió para sí mismo los cielos, mientras reservaba el gobierno de las aguas y los océanos a Poseidón. A Hades le correspondió el mando sobre el mundo subterráneo, lugar al que se dirigían las almas de los mortales tras su muerte. De este modo, el dios Hades se convirtió en el señor de los infiernos.

MITOLOGÍA

HADES Y PERSÉFONE

Como hemos señalado, Hades rara vez abandonaba su morada en los infiernos, por lo que, en comparación con otras divinidades, no son muchos los mitos en los que este dios ocupa un papel protagonista. De estos escasos mitos destaca sin duda el relativo al rapto de la que se convertiría en su consorte, Perséfone, una diosa que, a diferencia de su esposo, recibió numerosos cultos en diversos puntos del Mediterráneo.

Perséfone era hija de la diosa Deméter, patrona de la agricultura y la fertilidad. La joven, hermosa y despreocupada, se encontraba paseando y recogiendo flores por los campos de Nisa, en Sicilia, cuando el dios Hades la observó desde su trono en el reino de los muertos. Al instante, el dios, quedó prendado de la belleza de la joven y decidió convertirla en su esposa. Hades montó en su carro y se espoleó a sus caballos para dirigirse hacia os campos de Sicilia a toda velocidad. La joven Perséfone sintió cómo la tierra temblaba bajo sus pies. Frente a ella, se abrió una enorme grieta por la que surgió Hades montado en su carro tirado por caballos infernales. Antes de que Perséfone pudiera reaccionar, el dios la cargó en el vehículo y regresó con ella a su palacio subterráneo.
Al pasar los días y comprobar que su hija no regresaba a su hogar, la diosa Deméter inició un largo peregrinaje por el mundo en su busca. Pese a que consulto a todos los dioses y hombres que se cruzo en su camino, ninguno pudo darle noticia alguna del paradero de la joven Perséfone. La diosa, enfurecida por la desaparición de su hija, retiró sus favores a la tierra y la condenó de este modo a un invierno eterno. Los campos dejaron de producir frutos y los humanos comenzaron a morir de hambre.
Sólo la intervención de Zeus, que descubrió la presencia de Perséfone en el inframundo, solucionó el conflicto. Por medio de su mensajero, el dios Hermes, Zeus pidió a Hades que permitiera que la joven regresara con su madre. El astuto dios de los muertos, temeroso de una posible represalia por parte de Zeus, accedió, pero ingenió una estratagema para lograr que Perséfone siguiera junto a él. A sabiendas de que cualquiera, dios o mortal, que tomase algún alimento en el infierno tendría que permanecer en él, Hades le ofreció a Perséfone antes de su partida un grano de granada. La joven, confiada, se comió el dulce fruto y trató de regresar con su madre. Sin embargo, las leyes del infierno eran muy claras para todos aquellos que hubiesen probado algún alimento en el reino de los muertos. Perséfone estaba atada al reino subterráneo para toda la eternidad. Para evitar la cólera de Deméter, Zeus logró que Hades y ella llegaran a un compromiso. Perséfone pasaría en el infierno junto a su esposo un tercio del año, y regresaría a la tierra el resto del tiempo. Hades y Deméter aceptaron la decisión de Zeus. De esta manera explicaban los antiguos griegos la sucesión de las estaciones. Mientras Perséfone está junto a Hades, Deméter, entristecida por la ausencia de su hija, niega sus frutos a la tierra, produciéndose el invierno. Sin embargo, cuando Perséfone regresa junto a su madre, ésta se llena de alegría y bendice a los mortales con la abundancia de la primavera.

HADES Y TESEO

Otro de los mitos que los griegos contaban acerca del dios Hades estaba relacionado con las aventuras del héroe ateniense Teseo y su descenso a los infiernos. Teseo y su compañero Pirítoo decidieron demostrar su valía raptando y desposando a dos hijas de Zeus. Mientras Teseo escogió a Helena, hija de Zeus y Leda, Pirítoo escogió para si a Perséfone, hija de Zeus y Deméter según algunas versiones del mito. Teseo logró su objetivo: raptó a Helena mientras aún era una niña y la dejó prisionera en su palacio de Atenas. Tras esto, decidió colaborar con su amigo Pirítoo en la consecución del objetivo. Los dos amigos descendieron juntos al infierno para raptar a Perséfone. Sin embargo, el dios de los muertos conocía sus intenciones de raptar a su esposa, por lo que, fingiendo que les ofrecía una cálida acogida en su morada, les pidió que tomaran asiento en sendos tronos. En el momento en el que los dos héroes se sentaron, enormes serpientes surgieron del suelo y se enroscaron en torno a los dos compañeros, aprisionándolos. Otras fuentes cuentan que el héroe quedó aprisionado al sentarse en una roca para descansar y no poder levantarse de ésta, mientras Pirítoo era arrastrado a las profundidades del infierno por las Furias. Aunque Teseo fue posteriormente rescatado por Herácles en uno de sus doce trabajos, Pirítoo quedó atrapado en los infiernos, condenado por toda la eternidad por la impiedad de haber ofendido a un dios tratando de raptar a su esposa.

HADES Y ORFEO

El dios Hades jugó un papel de especial relevancia en el mito del poeta Orfeo. Tras perder a su amada Eurídice por la picadura de una serpiente venenosa, Orfeo, desesperado, decidió descender a los infiernos y suplicar al señor de los muertos que le devolviera el alma de su esposa. El camino a los infiernos no resultaba sencillo para un simple mortal. El poeta tuvo que convencer al barquero Caronte para que le ayudase a cruzar en su embarcación el río que separaba el mundo de los vivos del de los muertos, y, una vez allí, dormir con el sonido de su lira al gigantesco Cancerbero, el guardián de las puertas del reino de las sombras.

Tras superar estos obstáculos en su camino, Orfeo consiguió que el dios Hades le recibiera en su palacio. A sabiendas de que el rey del inframundo era implacable en lo relativo al destino de las almas, Orfeo decidió utilizar el único arma en cuyo manejo sabía poseer una maestría absoluta: su lira. Con su canto y el sonido de este instrumento musical, Orfeo logró ablandar el corazón de Hades. El dios, conmovido por la belleza del canto de Orfeo, le concedió que regresara al mundo de los vivos llevándose consigo el alma de Eurídice. Sin embargo, le puso una condición al poeta: en su camino de salida de los infiernos, no debía mirar hacia atrás en momento alguno, o el alma de Eurídice quedaría para siempre encerrada en el mundo de los muertos. Lleno de dicha, Orfeo emprendió el camino de regreso. Sin embargo, pronto le asaltaron las dudas acerca de la veracidad de las palabras de Hades. El poeta, desconfiado, miró hacia atrás sólo un instante, sólo para comprobar cómo el alma de Eurídice era arrastrada de vuelta a los infiernos. Hades había cumplido su amenaza; la joven permanecería en el mundo subterráneo toda la eternidad.
Aunque Orfeo perdió de este modo su oportunidad para resucitar a Eurídice, sus destinos volverían a unirse en el futuro. Tras la definitiva pérdida de su amada, Orfeo se dedicó a vagar por los campos, rechazando todo contacto con las mujeres. Por este motivo, fue asesinado por una turba de ménades furiosas, que se habían sentido despreciadas por el poeta. De este modo, Orfeo volvió a descender al mundo de los muertos, donde pudo reencontrarse con Eurídice, de la que no se separaría jamás.

RELACIONES Y DESCENDENCIA

A diferencia de otros dioses del panteón griego, Hades no era una divinidad promiscua y tendente a dejarse llevar por la pasión sexual. Al margen de sus relaciones conyugales con Perséfone, las fuentes antiguas únicamente citan dos escarceos amorosos de este dios. La ninfa Mente, que habitaba las orillas del río Cocito, sufrió un intento de violación a manos del rey de los infiernos. Sin embargo, éste no pudo llegar a culminar el acto debido a que Perséfone, celosa, convirtió a la ninfa en una planta de menta. La ninfa Leuce, que a su vez también había sido víctima de la pasión sexual de este dios, fue convertida en un sauce blanco, bien por castigo de la celosa Perséfone, bien por iniciativa del propio Hades.
Hades nunca tuvo descendencia, posiblemente al considerar los griegos que la muerte era incapaz de engendrar vida alguna.

HADES EN EL CICLO TROYANO

Como dios de los muertos desentendido de los problemas de los mortales, Hades no jugó ningún papel importante en el ciclo de leyendas sobre la guerra de Troya. Pese a que Homero le cita en alguna ocasión, Hades no intervino en momento alguno en los combates ni tomó partido por uno u otro bando.

ÁMBITO DE INFLUENCIA Y CULTO

En comparación con otras divinidades, el culto a Hades nunca estuvo muy extendido en el mundo antiguo. Sabemos que para ganarse su favor era necesario realizar el sacrificio de animales de color negro, especialmente si éste no era su color habitual (cabras, ovejas). Lugar de especial culto a este dios eran las grutas consideradas como entradas a los infiernos, lugares por tanto sagrados por su carácter liminal entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Se consideraba que algunos metales estaban especialmente relacionados con el dios Hades al haberse gestado en las profundidades de la tierra, en lugares cercanos a las moradas de este dios. Un ejemplo de estos metales infernales es el plomo, muy utilizado en la magia negra antigua en forma de tablillas y láminas sobre las cuales se escribían todo tipo de maldiciones y conjuros dañinos.

HADES EN EL MUNDO ACTUAL

La literatura y las artes plásticas del siglo XX han recurrido con frecuencia a la figura de Hades como inspiración para desarrollar sus argumentos. Sin embargo, en muchas ocasiones las necesidades del guion y los gustos del público contemporáneo han llevado a escritores, artistas y directores de cine a desvirtuar la figura del Hades clásico y a convertirle en un personaje totalmente distinto. Como hemos visto, el Hades de la mitología clásica no tenía por sí mismo una faceta especialmente negativa. Como dios de los muertos, era una divinidad oscura y misteriosa que, por norma general, permanecía ajena al desarrollo de las vidas de los hombres. Sólo cuando algún mortal provocaba su ira de forma directa, como fue el caso de Pirítoo o Sísifo, Hades era un dios imparcial encargado de mantener el equilibrio y la justicia en el reino de los muertos. Es evidente que, como personificación de la muerte (aunque existiera el dios Tánatos, que representaba de forma más singular esta identificación), Hades era temido y respetado por los hombres. Esto no quiere decir, sin embargo, que Hades fuera considerado un dios maligno o negativo.
La iconografía contemporánea, sin embargo, ha convertido al dios Hades en el villano por antonomasia de cualquier historia ambientada en el Olimpo clásico. Dado que en la mitología griega no hay ningún dios que pueda personificar la esencia del mal, un concepto éste que resulta totalmente ajeno a esta cultura, el arte contemporáneo ha encontrado en Hades un filón con el que dar entidad a los argumentos de sus obras. En efecto, la sociedad judeocristiana está acostumbrada a un universo mental y simbólico entendido como una dualidad que gira en torno a la lucha entre el Bien absoluto y el Mal absoluto, ejemplo de lo cual sería la lucha entre Dios y el diablo. Como decimos, esta mentalidad dualista no existe en la mitología clásica, dado que ésta no contiene ningún tipo de ética asociada. Del mismo modo que no hay ningún dios esencialmente bueno, tampoco hay ninguna divinidad que sea esencialmente mala. Este modelo debía ser reestructurado para hacerlo a atractivo al público occidental contemporáneo, acostumbrado a la claridad meridiana del enfrentamiento entre el Bien y el Mal. Así, mientras Zeus acabó por encarnar el papel del dios bueno (un proceso en el que no fue ajena la influencia del Dios cristiano), Hades acabó por asumir el papel del dios maligno por antonomasia, papel que, como ya he señalado, no tenía en la mitología clásica.

En la película de la factoría Disney Hércules, Hades ejerce el papel de villano, antagonista del héroe, en este caso el hijo de Zeus. No hay duda de que esta película fue concebida como un proyecto simplista destinado a un público infantil, pero en ella encontramos muchos de los elementos que han sido característicos del trato que ha recibido Hades en las artes contemporáneas. Pese a que se le reconoce su papel como señor de los muertos, Hades es representado como una divinidad triste y colérica, poco satisfecha con el papel que Zeus le otorgó tras la derrota de los titanes. Su diseño busca más la comicidad que el miedo, muestra de lo cual son sus cabellos llameantes que cambian dependiendo del estado de ánimo del dios. La identificación de Hades con el mal llega a su culmen al final del film cuando el dios libera a los titanes de la prisión en la que Zeus les había confinado y trata junto a ellos de conquistar el Olimpo. La oportuna intervención de Hércules frustra los planes de Hades, que, como castigo, es condenado a hundirse en la laguna Estigia junto a las almas de los muertos. Vemos, por tanto, cómo los guionistas han preferido en todo momento manipular la figura de Hades para que encaje en el molde de dios malvado, antes que ser fieles a la esencia original del dios.

En la película de 2010 Percy Jackson y el ladrón del rayo encontramos un tratamiento muy semejante del dios Hades. Una vez más, Hades es una divinidad maligna deseosa de arrebatar a su hermano Zeus la supremacía sobre el resto de los dioses. Aunque en esta ocasión, Hades no es tratado de la forma cómica en la que Disney lo había diseñado en Hércules, se perpetúa la visión del dios de los infiernos como encarnación del mal y, en consecuencia, principal adversario del protagonista. Un papel secundario de cierta importancia lo ejercer Perséfone, esposa de Hades, ignorada en otras películas ambientadas en el Olimpo griego.

En la serie de manga japonés Saint Seiya, conocida en el mercado hispano como Los caballeros del Zodíaco, el dios Hades sigue esta tendencia de personificar con él a las fuerzas del mal. Esta serie tiene como protagonistas a un grupo de jóvenes que, vistiendo una serie de armaduras bajo la protección de las diversas constelaciones, tienen el deber de proteger la tierra de las fuerzas que quieran dañar a la humanidad. En esta ocasión, el representante del bien absoluto no es Zeus, sino su hija Atenea, líder de los caballeros que luchan a su servicio. El dios Hades tiene una aparición tardía en la serie, tanto en su versión manga como en la serie de animación. Sin embargo, pronto se revela como el gran antagonista de Atenea, contra la que habría luchado cientos de guerras sagradas en un ciclo eterno de combates por el control de la tierra. Hades es el líder de una serie de guerreros conocidos como espectros que, vestidos con sus armaduras oscuras, ejercen de contrapartida de los caballeros de Atenea. Finalmente, el caballero de Pegaso, protagonista de la serie, es el encargado de derrotar a Hades y devolverle a un sueño de siglos del que sólo despertará para combatir en la siguiente guerra sagrada. El Hades del Saint Seiya original destaca sin duda por el espectacular diseño de su armadura, así como por portar una enorme espada de la que no hay noticia alguna en la mitología clásica. Cabe destacar también el uso que su autor, Masami Kurumada, hace de todos los mitos clásicos relacionados con el infierno, poniendo en escena un gran número de personajes extraídos de aquí. Cabe destacar la presencia de los dioses Hipnos y Tánatos, los jueces Minos, Eaco y Radamantis, el perro Cerbero, el poeta Orfeo y su amada Eurídice… Una versión más reciente de la serie Saint Seiya, con el nombre de The Lost Canvas, retoma el mito del enfrentamiento de Hades y Atenea, con un mayor cuidado en los detalles de la personalidad de ambas divinidades.

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